Salva está leyendo El Alquimista, de Paulo Coelho. Acostumbramos a leer un poco antes de dormirnos, que es el único momento que tenemos juntos para descansar y a la vez desconectar del día a día. Terminó leyendome lo siguiente:
"Pero el viejo quería conversación a toda costa. Le preguntó qué libro estaba leyendo. Él pensó en ser descortés y cambiarse de banco, pero su padre le había enseñado a respetar a los ancianos. Entonces ofreció el libro al viejo por dos razones: la primera, porque no sabía pronunciar el título; y la segunda, porque si el viejo no sabía leer, sería él quien se cambiaría de banco para no sentirse humillado.
-Humm... -dijo el viejo inspeccionando el volumen por todos los costados, como si fuese un objeto extraño-. Es un libro importante, pero muy aburrido.
El muchacho se quedó sorprendido. El viejo sabía leer, y además ya había leído aquel libro. Y si era aburrido, como él decía, aún tendría tiempo de cambiarlo por otro.
-Es un libro que habla de lo que hablan casi todos los libros -continuó el viejo-. De la incapacidad que las personas tienen para escoger su propio destino. Y termina haciendo que todo el mundo crea la mayor mentira del mundo.
-¿Cuál es la mayor mentira del mundo? -indagó, sorprendido, el muchacho.
-Es ésta: en un determinado momento de nuestra existencia, perdemos el control de nuestras vidas, y éstas pasan a ser gobernadas por el destino. Ésta es la mayor mentira del mundo."
Quien quiera, que reflexione... y de paso que se "culturice" un poco.
viernes, 27 de febrero de 2009
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